Para eso estamos los amigos, tu no te preocupes, si me necesitas llámame…
Y así terminaban las conversaciones, todos dejados por la mujer, todas sufriendo por un mal hombre…
Y yo siempre me quedaba con toda su tristeza y con todos sus dolores, pensando en como lo arreglarían y regalando mis mejores consejos, siempre apoyando a todos y siempre sola cuando más lo necesitaba… y entonces un día le dije a uno así: “yo estaré siempre que me necesites y sabré desaparecer cuando necesites que desaparezca”. Y me di miedo, yo no soy así.
Chale... que bajo cae uno...
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