
Pues sí, resulta muy difícil adaptarse al cambio.
Primero estamos hasta la madre de la ciudad, el tránsito, la gente, el bullicio.TODO te molesta. TODO te parece mal.
Deseas la tranquila vida de provincia y piensas, ¿dónde esta la calidad de vida? ¿de mi vida?
Porque trasladarse durante dos horas al trabajo para llegar, rendir al 50% de tus capacidades y luego aventarte otras dos horas para regresar a casa, durante 5 días de la semana, te hacen sentir que estás pagando una penitencia. Súmale oler por las mañanas la exquisita mezcla de perfume barato y aliento mañanero, y por la tarde el inconfundible aroma a “pasuco” (patas, sudor y culo), aguantarte los arrimones en el metro, arriesgar tu vida en el trayecto que te toca andar en “micro”, luego, si te toca caminar, soportar estoicamente los “mamacita”, “sssss”, “sabrosa” y demás finezas que nos regalan algunos “caballeros” y para terminar pelearte con el vecino gandalla que siempre estaciona su coche en tu entrada o con el que pone su basura en tu reja o con el que se roba las revistas a las que tú estás suscrito.
Eso, como dicen por ahí, es sobrevivir, no vivir.
Así que un día, te armas de valor, mandas al carajo todo y te largas, porque estás convencido de que la tranquilidad te vendrá bien, te vas a relajar, vas a rendir mucho más, es una excelente decisión, la vida en provincia es barata, la “calidad de vida” es infinitamente superior, estás abriendo las puertas de un mundo absolutamente mejor.
Llegas, te instalas, te enfrentas a la “tranquilidad” con la que todos los oriundos se manejan, la mala calidad de los servicios y la ausencia de muchos, pero esta bien, es lo que buscabas, ¿no?
Y luego cuando ya estás en el punto de no regreso, te das cuenta de que la “calidad de vida” es en realidad (gulp) “AUSENCIA DE VIDA”. Porque no hay un carajo que hacer. Hay un solo pinche cine, que únicamente pone pelis horribles, (de esas de acción con fémina sabrosa y mucha, mucha violencia). Porque hay 5 antros y en todos ponen a timbiriche y la rola de la novela del momento (también en los bares). Porque si no tienes cable, ya te la pelaste pues solo se ven el 2 y el 13 (y en el 5 y 12 respectivamente). Porque los oriundos piensan que el tránsito pesado equivale a 5 coches en la fila. Porque no hay oxxos 24 horas y no hay donde comprar más chela en la noche. Porque no hay MUSEOS y si te atreves a preguntar por discos o pelis en la “única librería”, te ven feo y te dicen: “esto es una LIBRERÍA, no vendemos discos”.
Y tú, con los ojos vidriosos, solo puedes bajar la mirada y salir poco a poco, mientras en tu cabeza te inunda la nostalgia y solo atinas a gritarte en silencio: PENDEJA, PENDEJA, PENDEJA.
Pero no esta tan mal, no puede estar tan mal, si fuera así entonces ¡nadie viviría en provincia!
Mmm, ahora me queda claro porque “hay tanto pinchi chilango”.
Ahhh porque esa es otra, aquí, lejos de la ciudad o más bien, en cualquier lado que no sea la ciudad, aquel que viene del DF o zona conurbada es un “chilango” (despectiva y peyorativamente). A ellos no les interesa saber que el “chilango” es aquel provinciano que se va a la ciudad. No, aquí todos los del DF y zona conurbada somos chilangos.
Primero estamos hasta la madre de la ciudad, el tránsito, la gente, el bullicio.TODO te molesta. TODO te parece mal.
Deseas la tranquila vida de provincia y piensas, ¿dónde esta la calidad de vida? ¿de mi vida?
Porque trasladarse durante dos horas al trabajo para llegar, rendir al 50% de tus capacidades y luego aventarte otras dos horas para regresar a casa, durante 5 días de la semana, te hacen sentir que estás pagando una penitencia. Súmale oler por las mañanas la exquisita mezcla de perfume barato y aliento mañanero, y por la tarde el inconfundible aroma a “pasuco” (patas, sudor y culo), aguantarte los arrimones en el metro, arriesgar tu vida en el trayecto que te toca andar en “micro”, luego, si te toca caminar, soportar estoicamente los “mamacita”, “sssss”, “sabrosa” y demás finezas que nos regalan algunos “caballeros” y para terminar pelearte con el vecino gandalla que siempre estaciona su coche en tu entrada o con el que pone su basura en tu reja o con el que se roba las revistas a las que tú estás suscrito.
Eso, como dicen por ahí, es sobrevivir, no vivir.
Así que un día, te armas de valor, mandas al carajo todo y te largas, porque estás convencido de que la tranquilidad te vendrá bien, te vas a relajar, vas a rendir mucho más, es una excelente decisión, la vida en provincia es barata, la “calidad de vida” es infinitamente superior, estás abriendo las puertas de un mundo absolutamente mejor.
Llegas, te instalas, te enfrentas a la “tranquilidad” con la que todos los oriundos se manejan, la mala calidad de los servicios y la ausencia de muchos, pero esta bien, es lo que buscabas, ¿no?
Y luego cuando ya estás en el punto de no regreso, te das cuenta de que la “calidad de vida” es en realidad (gulp) “AUSENCIA DE VIDA”. Porque no hay un carajo que hacer. Hay un solo pinche cine, que únicamente pone pelis horribles, (de esas de acción con fémina sabrosa y mucha, mucha violencia). Porque hay 5 antros y en todos ponen a timbiriche y la rola de la novela del momento (también en los bares). Porque si no tienes cable, ya te la pelaste pues solo se ven el 2 y el 13 (y en el 5 y 12 respectivamente). Porque los oriundos piensan que el tránsito pesado equivale a 5 coches en la fila. Porque no hay oxxos 24 horas y no hay donde comprar más chela en la noche. Porque no hay MUSEOS y si te atreves a preguntar por discos o pelis en la “única librería”, te ven feo y te dicen: “esto es una LIBRERÍA, no vendemos discos”.
Y tú, con los ojos vidriosos, solo puedes bajar la mirada y salir poco a poco, mientras en tu cabeza te inunda la nostalgia y solo atinas a gritarte en silencio: PENDEJA, PENDEJA, PENDEJA.
Pero no esta tan mal, no puede estar tan mal, si fuera así entonces ¡nadie viviría en provincia!
Mmm, ahora me queda claro porque “hay tanto pinchi chilango”.
Ahhh porque esa es otra, aquí, lejos de la ciudad o más bien, en cualquier lado que no sea la ciudad, aquel que viene del DF o zona conurbada es un “chilango” (despectiva y peyorativamente). A ellos no les interesa saber que el “chilango” es aquel provinciano que se va a la ciudad. No, aquí todos los del DF y zona conurbada somos chilangos.