1.10.08

Mentiras

Nunca entenderás verdaderamente a una persona, hasta que entiendas sus mentiras.

Dicen que mentir es malo y que la verdad siempre sale a flote.

Una mentira por definición, es una declaración que es intencionadamente falsa. También es un tema polémico y muy subjetivo.

Cuando somos pequeños nuestros padres nos enseñan que mentir esta mal y nos prohíben hacerlo, sin embargo crecemos rodeados de mentiras que ellos mismos nos inculcan, la lista es larga y complicada, así que solo mencionaré las mas comunes: Santa Claus y los Reyes Magos te traerán regalos si te portas bien, si te portas mal te lleva el hombre del costal, si se te cae un diente el Ratón te traerá dinero.

Y conforme vamos creciendo todas esas falsas ilusiones se van derrumbando una a una y es aquí donde yo me pregunto, ¿cómo entonces, se pretende que digamos siempre la verdad, cuando hemos vivido engañados toda nuestra infancia?

Es completamente incoherente, es imposible aprender algo cuando quien trata de enseñarlo no predica con el ejemplo, por eso, cuando nos convertimos en adultos el hábito de mentir ya lo tenemos profundamente arraigado.

Por consecuencia mentimos, en el trabajo, en la escuela, en nuestra vida personal, no importa en que aspecto de nuestras vidas, pero mentimos.

Y el asunto se complica cada vez más mientras crecemos, las mentiras que decimos pierden ese aire inocente de la infancia, se van retorciendo junto con nuestro pensamiento, hasta llegar a un punto en el que perdemos conciencia de cuando estamos diciendo la verdad y cuando una mentira. Y no estoy exagerando, basta con revisar nuestro actuar diario para detectar todas las “mentirillas inofensivas” que soltamos sin menor preocupación.

Mentir refleja nuestra inconformidad con lo que somos y con lo tenemos.

Mentir nos hace sentir mejor y se transforma en un caparazón que nos protege del mundo exterior, que también esta construido a base de mentiras; nos mienten en la historia, en los medios de comunicación, nos miente la publicidad y nos mienten todas las personas que nos rodean, así que nosotros también mentimos para poder sobrellevarlo.

Una vez que decimos una mentira, seguro tendremos que seguir diciendo más y más para poder mantener la primera, hasta que resulta imposible detenerse, vamos construyendo una inmensa telaraña en la que finalmente quedamos atrapados.

Pero como en todo, hay muchos tipos de mentiras, las que se dicen por despecho, por enojo, por presunción, por amor, por compasión y casi me atrevo a asegurar que por cada uno de los sentimientos humanos existe una variación de la mentira.

Ni siquiera nosotros mismos nos escapamos de nuestras propias mentiras, nos obligamos a vivir en un mundo interior completamente falso, fabricado con pedazos de todas las demás mentiras que nos rodean y que nos hacen creer que son verdades. Y con este yo interno tan viciado, nos parece correcto pensar que mentir algunas veces es correcto o que es mejor una mentira, que afrontar las consecuencias de nuestros actos, a veces hasta creemos que mentimos de buena fe y que por lo tanto es moralmente aceptado. ¿Pero hasta que punto debe ser tolerada la mentira? ¿Existen límites?

Estamos tan acostumbrados que hemos minimizado el significado real de la mentira. Lo hemos manipulado a nuestro antojo, solamente para no sentirnos tan culpables.

Una vez aceptado (aunque probablemente no asimilado), el hecho de que somos todos mentirosos me parece pertinente exponer la siguiente frase:

¿Quién quiere vivir la realidad cuando puede vivir una mentira?

Pero claro, ¿a quien se le ocurrió que mentir era malo?

Todo depende del cristal con que se mira y si nos basamos en la teoría del hedonismo, entonces venimos a este mundo a gozar y divertirnos, por lo tanto no importa el medio mientras nos haga sentir bien, así que, si de todas formas mentimos todo el tiempo, ¿para que preocuparnos por si esta bien o mal?, que mala maña esa de etiquetar todo lo que nos rodea. Si la vida no es en blanco y negro, tampoco podemos imponerle a las cosas que sean solamente buenas o malas.

Porque todo es cuestión de percepción y lo que para mi puede parecer correcto, para otro podrá no serlo. Así que después de un par de cuartillas emitiendo juicios subjetivos y con tendencias un tanto extremistas, concluyo exponiendo mi humilde opinión al respecto: las mentiras son fantasía, algunas nos hacen sentir bien y otras nos lastiman, pero desafortunadamente vivimos en un mundo lleno de ellas y tenemos que vivir lo mejor posible y si para lograrlo es necesario mentir, pues adelante, pero siempre considerando el bienestar de los demás y tratando de engañar lo menos posible.

¿Me creyeron?

Si la respuesta es no, entonces tengo una segunda conclusión:

Es mejor hablar siempre con la verdad, demostrar nuestros sentimientos buenos o malos, no importa que nos equivoquemos, porque los errores enriquecen la vida, si todos fuéramos sinceros y le mostráramos al mundo lo que realmente pensamos y queremos, las cosas resultarían mucho más sencillas en todos los aspectos.

De vez en cuando di la verdad para que te crean cuando mientes.

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