¿Crees que te quiero? ¿Crees que verte todos los días me hace feliz?
¡Eres un completo imbécil, te detesto con todo mi corazón, eres la muestra viviente de todo lo que odio en esta vida!
¿También a nuestros hijos?, contesto Franco…
Y entonces las lágrimas brotaron de sus ojos, incontenibles…
Sus hijos eran lo que más amaba en este mundo, pero también eran lo único que la ataba a él.
Ella se dio media vuelta y se encerró en el baño, aquel enorme baño de sueño, con el closet inmenso que tanto había deseado, lleno de ropa, zapatos, cremas y perfumes finos… y se sentó en un rincón a llorar y a pensar en como su vida se había convertido en ese infierno. Si todo parecía tan perfecto, si ella pensó que todo funcionaría.
Pero hoy, tan lejana a esa felicidad de cuento, se miro al espejo y lloró más fuerte, quería gritar, quería ser la joven de hace diez años, quería tener todas esas posibilidades que poco a poco se habían escapado, quería cambiar su vida y no sabía como…
Franco abrió la puerta del baño después de una hora… la cobijo con sus brazos y le beso en la nuca, la levanto poco a poco y la llevo a la cama. Ella se dejo llevare sin poner ninguna resistencia, era ya casi un ritual, Franco la amaba tanto, había tolerado tanto. Ella se recostó en la cama y cerró los ojos, la embriaguez la hizo dormir pronto.
Franco encendió un cigarro y se recostó en la cama, cerro los ojos sin poder dormir, pensaba en que era lo que estaba haciendo mal, ¿porque si él la amaba tanto, no podía lograr hacerla feliz? él también estaba borracho y su cuerpo la deseaba tanto… pero tenía miedo de tocarla, a veces ella respondía con una intensidad indescriptible, pero otras veces lo rechazaba cual si fuera un extraño, nunca había logrado entenderla, pero la amaba, la necesitaba. Ella comenzó a llorar y el dejo su cigarro para abrazarla.
A la mañana siguiente ella despertó y preparo el desayuno como si nada hubiera pasado, como siempre, él la beso en la frente y luego fueron por los niños, él estaba desconcertado, pero contento porque sabía que todo seguía como siempre.
Franco encendió un cigarro en el auto, estaba tratando de dejarlo, como siempre, pero no podía contenerse ante la intriga de saber que pensaría su esposa, ella no dijo nada relevante durante el camino, después en casa de su suegra, todo era perfecto.
Almuerzo y niños jugando, todo era algarabía, todos hablando y él mirándola… ella parecía perfectamente normal y todo lo que había sucedido ayer parecía un espejismo. Durante la parrillada, ella de pronto lo abrazo sonriendo, ahora si todo era perfecto, él decidió olvidar el incidente y regresar a su vida perfecta, casi perfecta. Franco le dijo: Eva te amo, ella respondió amorosa con un abrazo y un beso en la boca, todo volvió a la normalidad.
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