Y ya no pudo volver a conciliar el sueño, se levanto a obscuras buscando el libro, y lo hojeo hasta encontrar esos cuerpos, que caricaturados eran mas amables que en la vida real. Y el sentimiento era de angustia, y luego unos gemidos que venían del cuarto de sus padres se hicieron muy intensos, y ahí decidió que eso no era cosa de niños y que lo mejor sería pensar en otras cosas…
Copili y Pilili, sus únicos amigos, aparecieron para decirle que la luna es de menta y que las gotas de lluvia caen felices porque la tierra las espera para florecer con ellas. El viento es un amigo travieso que gusta de mover las hojas y a ellas les gusta volar porque juegan a esconderse en los rincones. Y así, hablando en voz muy bajita con ellos, se durmió cerca de la ventana, esperando al sol, que saldría para empezar nuevos juegos, aún más divertidos.
Ya de mañana se despertó con mucho frío, sus amigos no estaban y tampoco sus padres salio de su habitación buscando a quien darle los buenos días pero nadie podía escucharla, Copili y Pilili le sonrieron desde el piano y se acerco para tocar las teclas una y otra vez, con mucha fuerza, justo como su maestra se lo había prohibido.
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